LA COMPETITIVIDAD DEL SISTEMA PORTUARIO GALLEGO
La interrupción de la actividad de la Naviera Maersk en el Puerto de Vigo, y el traslado de la misma al de Marín a partir del 18 de mayo, ha sido objeto de duras críticas por parte de diversos medios de comunicación locales y regionales, que no han dudado en exigir explicaciones tanto a la concesionaria Termavi como a la propia Autoridad Portuaria, y en considerar esta interrupción fruto de la descoordinación, negligencia e incluso incompetencia de una y otra.
Las pérdidas económicas en el tráfico de contenedores del puerto vigués es estimada por esos mismos medios en 1.680 millones de euros, por lo que su incidencia en la cuenta de resultados puede ser de tal magnitud que es posible que esta no se recupere hasta 2017, como admitía recientemente el Presidente de la Autoridad Portuaria. Pero este problema, que se circunscribe hoy a este Puerto, y que mañana puede extenderse a otros, ¿ es consecuencia de una descoordinación, negligencia e incompetencia concretas, o tal vez reflejo de un síntoma mucho más grave que afecta al sistema portuario gallego en su conjunto y que no hace más que lastrar su competitividad de forma permanente?.
El sistema portuario gallego, como el aeroportuario o el universitario, adolece a mi juicio de una evidente sobrecapacidad, agravada, si cabe, tanto aquí como en otras Comunidades, por la falta de un elemento clave, la unidad de dirección. Logidigal, en un documento titulado "Quince propuestas para un crecimiento sostenido y sostenible del sector logístico-portuario gallego", publicado en su día en este mismo Diario, abogó por "la agrupación de varias autoridades portuarias en una sola para gestionar, administrar y explotar varios puertos de interés general, con vistas a conseguir una gestión más eficiente y un mayor rendimiento del conjunto". Ahora, el Presidente de la Autoridad Portuaria, en una entrevista del pasado 10 de abril, reconocía abiertamente lo que ya había anticipado Logidigal, al decir que "si (ese conjunto) se gestiona de una manera coordinada, y viendo Galicia como un puerto único, se podría competir con el norte de Europa: Rotterdam, Amberes y lo que haga falta". A pesar de ciertas reticencias políticas, empresariales y profesionales, este reto esta ahí, y de abordarlo y resolverlo depende en gran medida la competitividad del sistema.
Pero este reto no es el único, pues a su lado hay otros que deben ser abordados y resueltos igualmente, como la diferente estructura de costes entre unos puertos y otros, manifestada, por ejemplo, en la gestión del servicio portuario de estiba, que Logidigal denunció en su momento, y que, pendiente de la liberalización exigida por la sentencia comunitaria de 11.12.14, sigue distorsionando la competencia. O el constante aumento de trámites burocráticos, que no cesa de afectar a la arribada y salida de buques, al despacho de mercancías o a los PIF-CIP, pese a las obligaciones impuestas por el Convenio para facilitar el tráfico marítimo internacional (FAL 65) o la Directiva 2010/65/UE, traspuesta por el Decreto 1134/2012. O, en fin, la necesidad de redefinir los espacios de cooperación y colaboración entre los agentes y operadores que componen la comunidad portuaria, cuya carencia de reglas comúnmente aceptadas que definan la acción -o los límites de ésta- de cada uno de ellos y de todos en su conjunto incrementa la falta de entendimiento, debilita la búsqueda de soluciones compartidas, entorpece el normal funcionamiento portuario y contribuye a mermar la competitividad de uno de los principales motores económicos de la ciudad y de su entorno.
Antonio Viñal
Antonio Viñal & Co. Abogados
(Artículo publicado en el Suplemento Euro del Diario Atlántico, domingo 17 de Abril de 2016)